viernes, 30 de diciembre de 2011

A MI PADRE

Morir es retirarse, hacerse a un lado,

ocultarse un momento, estarse quieto,

pasar el aire de una orilla a nado

y estar en todas partes en secreto.


Morir es olvidar, ser olvidado,

refugiarse desnudo en el discreto

calor de Dios, y en su cerrado

puño, crecer igual que un feto.


Morir es encenderse bocabajo

hacia el humo y el hueso y la caliza

y hacerse tierra y tierra con trabajo.


Apagarse es morir, lento y aprisa

tomar la eternidad como a destajo

y repartir el alma en la ceniza.



Papá por treinta o por cuarenta años,


amigo de mi vida todo el tiempo,

protector de mi miedo, brazo mío,

palabra clara, corazón resuelto,


te has muerto cuando menos falta hacías,

cuando más falta me haces, padre, abuelo,

hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,

pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.


Te has muerto y me has matado un poco.

Porque no estás, ya no estaremos nunca

completos, en un sitio, de algún modo.


Algo le falta al mundo, y tú te has puesto

a empobrecerlo más, y a hacer a solas

tus gentes tristes y tu Dios contento.



ALGO SOBRE LA MUERTE DEL MAYOR SABINES (FRAGMENTOS) 

JAIME SABINES

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